Amo los pálidos rostros
y las brunas cabelleras,
los ojos lánguidos y húmedos
propicios a la tristeza,
y las espaldas de nieve,
en dónde, oscuras y gruesas,
caen, sedosas,
las gordas trenzas,
y en dónde el amor platónico
huye, baja la cabeza,
mientras, temblando, se mira
la carne rosada y fresca.
caen, sedosas,
las gordas trenzas,
y en dónde el amor platónico
huye, baja la cabeza,
mientras, temblando, se mira
la carne rosada y fresca.
Rubén Darío.